CIUDAD JUÁREZ
Escribo sin ventanas,
sin que nadie me escuche,
desde el suburbio de una ciudad maldita,
rehén de un asesino sin rostro.
Recorro sus calles.
Siento la silenciosa sombra de la muerte
que, día y noche, ronda
sus plazas y avenidas.
Y en esas manos que,
temerosas,
se me ofrecen a contracorriente.
Una niña llora en una esquina,
sentada en un portal.
Su llanto cesa. Me mira, espía
mis ojos buscando sinceridad
o fingimiento.
-No temas, niña,
no busques a mis pies
el casquillo de una muerte.
prematura...
Solo quiero verte trepar
por estas palabras
con los ojos fijos en la vida.
(Mª Carmen Azkona)